¡Bellas y profundas letras!, la que nos fuerzan a pensar que -no se- trata solo del “derecho” a la palabra sino del “deber” implícito por ejercerla; y ese deber sea el de la verdad, por eso los gritos, las aclamaciones y aquellos que vociferan, la cacofonía, los parlantes y las repeticiones mediáticas etc. no saben de murmullos, no lo conciben porque todos quedan embanderados bajo la potsverdad, esa creación posmoderna que une falacia, mentira y falsedad, por ello no “saben” de murmullos.
Porque aun, en medios de silencios, sin voces, en lo recóndito del mundo y de las cosas, aquello que da sentido a todo, la verdad, sea el marco -justo, adecuado y pertinente- del decir de la palabra en la construcción de su murmullo, distinto sonido emparentado con los delicados sonidos del agua, el viento o un leve mover de las hojas, hondura, delicadeza, es el discurso de la verdad posicionado sin estridencia porque lo estridente, sea la propia verdad en su voz vuelta “murmullo”.
Y aquí exista una posible contradicción, ¿por qué el sonido apócrifo en su nombre opaque su poder si es tan poderosa?, pero tal hecho sea parte de una ilusión “paradojal” porque lo que se tapa, no hace que -deje- de existir lo tapado, ante el axioma que señala -no hay- falsedad o mentira sin el trasfondo que la sustenta, la verdad, lo que muestra su inefable poder, por lo tanto, el fundamento de todo decir -murmullo o apócrifo- suceda en quien lo dice y en la distancia de “este” respecto a la verdad.
El decir de la verdad si es sonido leve, lo sea desde la inocente madurez y permita los sentidos múltiples de la realidad, lo que faculta, ¿muchas verdades?, es el “veneno” del escepticismo inculcando lo relativo, tras convencer y atrapar mentes ociosas, he aquí al político que heredo esa actitud de la sofistica tras su único objetivo, persuadir, condicionar, confundir con los grande y elocuentes significantes como patria, identidad, pueblo, justicia social, democracia, políticos y los pertinentes ismos, lejos del murmullo y aclaramos, no se trate de un problema de decibeles.
“Llevo en mis oídos, la más maravillosa música, la del -pueblo argentino-”. “Con la democracia se -come, se educa, se cura-”. “Síganme, que -no los voy- a defraudar”. “Seré el médico, seré el maestro, seré el que dé trabajo a cada argentino”. “La Argentina es un país –condenado- al éxito”. “Armen su propio partido y -ganen- las elecciones”. “Queremos un país con -pobreza cero-”. “Tendremos un dólar –competitivo- para producir y exportar”.
“Estamos frente -al fin- del modelo de la casta”, momentos en el que usted se pregunte ¿y un ejemplo concreto del murmullo aquí?, ¡no lo hay!, el político no –hace- política para buscar la verdad, sino para los votos o la –única- verdad en su mentira como verdad.
Juan Oviedo
SiGesellnoticias